No hay nada como leer tumbado en la cama y escuchar la respiración dormida de mi gato. Los ensueños mojados salen de su hocico y dibujan espirales de misterio. Un libro mediocre se transforma con su compañía en una obra maestra, el bálsamo perfecto para la roja incertidumbre que mana del costado de un domingo
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