Es extraño pero el amor tiende a borrar sus propias huellas, como el ladrón que deambula clandestino por el precipicio que conduce a la piel. Esa playa minada de caracoles de mar, ese territorio donde el estupor de la olas bate insurrecto sobre las bocas. Aquellos ojos tristes pueden ser el principio de todo. Una escapada hacia delante, bicicletas y sal, viento y rugidos del azul inconcebible. Allí es adonde vamos.
Ese viaje. Un coche robado a punta de pistola. Una novela de Ray Loriga y toda la enfermedad de crecer saliéndote por los zapatos de domingo. Ese mar, esa intemperie. Será difícil amanecer mojado, con peces despabilándose en las pupilas de la que te incendia cada mañana. Las palabras me apabullan, me joden los besos que no llevan anzuelo.
El amor lo inventan los cuerpos para entrometerse en la habitación vacía donde sueña la muerte. Un paso lento y tranquilo hacia el azul, a pesar de las ojeras y la resaca de la musa, desmaquillada, con la falda manchada de semen, quitándose las moscas y las pesadillas con aspavientos disfrazados de poemas. Ese azul, voy hacia él, hacia ti, hacia la medida exacta de la brisa…
Ese viaje. Un coche robado a punta de pistola. Una novela de Ray Loriga y toda la enfermedad de crecer saliéndote por los zapatos de domingo. Ese mar, esa intemperie. Será difícil amanecer mojado, con peces despabilándose en las pupilas de la que te incendia cada mañana. Las palabras me apabullan, me joden los besos que no llevan anzuelo.
El amor lo inventan los cuerpos para entrometerse en la habitación vacía donde sueña la muerte. Un paso lento y tranquilo hacia el azul, a pesar de las ojeras y la resaca de la musa, desmaquillada, con la falda manchada de semen, quitándose las moscas y las pesadillas con aspavientos disfrazados de poemas. Ese azul, voy hacia él, hacia ti, hacia la medida exacta de la brisa…