Fotografía de Elliot Erwitt.
Me gustaría amar a todas las bailarinas
de Toulouse Lautrec
al mismo tiempo
hablar con ellas
en una lengua muerta
contar con pelos y señales
en su piel
la avalancha del amor
cuando
a la luna le arden las vísceras
musicales diosas del vértigo y la pausa
mariposas blancas
clavadas en el alfiler del entomólogo
me gustaría
hacer con su rizador de pestañas
rasguños
en la lluvia
mientras la poesía
busca cobijo
en centrales nucleares abandonadas
pasear por París
cuando el absenta
es un réquiem
sobre ataúdes de cristal
y la fiesta sin fin
muerde
las manos de prostitutas sin dueño
es silencio
esquilmado su danza imposible
sobre la mesa manchada de hachís
y cuando la ciudad no termina de expirar
necesito
un copa con el fantasma de Toulouse Lautrec
en el suburbio precario de su oscura ciencia
le miro…me mira
ellas nos miran…
es la última manera de la sangre
el vino
que brota de nuestros ojos
cuando las palabras nacen
condenadas a la extremaunción…