Anoche no nos pusimos de acuerdo. La música del bar le negaba un sitio en nuestra mesa a Tom Waits. Una blasfemia como otra cualquiera en un día lluvioso de nuestra ciudad.
Teorizábamos sobre la felicidad. Las posturas se encontraban, colisionaban, para después de unos minutos, hacer causa común y mecerse entre el humo transparente de la confusión. La insatisfacción innata del hombre contra el goce de vivir pleno, el deseo versus el vacío de una sonrisa, felicidad para siempre o con contrato fijo-discontinuo…
Nos movíamos en nuestras sillas, gesticulando impacientes, vehementes, cada uno BEBIÉNDOSE su VERDAD. ¿A quién coño le importa si nuestro mundo es real, tangible o intangible?¿O sí tal vez hay una respuesta-comodín (declamada por un Carlos Sobera intemporal) para todas las grandes preguntas? ¿De verdad pensabais que en estas cuatro líneas íbamos a resolver el enigma de la felicidad?
La única conclusión que pude sacar es que gracias a esa conversación fui feliz durante esos cuarenta y cinco minutos, mientras los seguidores del Getafe peregrinaban por los parajes del infortunio…
Teorizábamos sobre la felicidad. Las posturas se encontraban, colisionaban, para después de unos minutos, hacer causa común y mecerse entre el humo transparente de la confusión. La insatisfacción innata del hombre contra el goce de vivir pleno, el deseo versus el vacío de una sonrisa, felicidad para siempre o con contrato fijo-discontinuo…
Nos movíamos en nuestras sillas, gesticulando impacientes, vehementes, cada uno BEBIÉNDOSE su VERDAD. ¿A quién coño le importa si nuestro mundo es real, tangible o intangible?¿O sí tal vez hay una respuesta-comodín (declamada por un Carlos Sobera intemporal) para todas las grandes preguntas? ¿De verdad pensabais que en estas cuatro líneas íbamos a resolver el enigma de la felicidad?
La única conclusión que pude sacar es que gracias a esa conversación fui feliz durante esos cuarenta y cinco minutos, mientras los seguidores del Getafe peregrinaban por los parajes del infortunio…
2 comentarios:
La Felicidad es un nombre.
Cada una tiene el suyo.
Y cuando lo averigüemos,
ahora, dentro de milenios
o en el último segundo del mundo,
la llamaremos así,
por su nombre,
y ya nunca más Felicidad.
felicidad y perpetua, reza el santoral;
felicidad y perpetua, miente.
gracias por la visita
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