domingo, 28 de diciembre de 2008

Ring, Ring, Ring...

Estás jodido amigo. Suena el teléfono, una y otra vez. ¿No vas a descolgar? Una llamada a cobro revertido saliendo de la medianoche, apesta a callejón sin salida. Estás quieto en ese sofá, sumido en la penumbra. Sube y baja tu cigarro describiendo volutas desesperadas en los márgenes de la oscuridad. Alguien ha entrado a patadas y golpes en tu imaginación.

No entiendes el final de la película que acabas de ver, y empiezas a percibir “encuentros mágicos” donde sólo hay toneladas reciclables de casualidad. Ella estaba a las diez menos cuarto de un día helado en la estantería de los congelados del supermercado, porque dios lo quiso así. Está bien, tú ganas. No voy a discutir contigo a estas alturas. Llevaba un paraguas gris “cielo nuclear”, una boina calada parisina que no la quedaba nada mal, y un vestido de angora rojo (tal vez era Suzie Marlango con antojo de arroz congelado). Ella te miró, tú la devolviste la mirada. Unos segundos anclados a la misma deriva. Una coyuntura de tierra quemada, y los dos invulnerables a las propiedades terapéuticas del fuego…

Suena y suena el teléfono. Puede que sea ella. Ring, Ring, Ring…una y otra vez, una estridencia diminuta pero que empieza hacer mella, un sonido que reina monótono en el corazón del silencio.

Aquella carta fue ridícula, estamos de acuerdo, pero todas las cartas de amor lo son, recuerda lo que decía Pessoa. Tienes mucho que aprender, amigo. En diez millones de páginas solo cabe una historia de amor. Así que puedes seguir fumando tranquilamente hasta que amanezca con cientos de insectos atrapados en el lado equivocado de tu televisor, o descolgar el maldito teléfono. La respuesta se incuba funesta en tus ojos. De un “si, diga...” al silencio hay un mundo que quizás no estés dispuesto a recorrer…

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Agradecimiento

Hoy no pongo fotografías, ni vídeos, ni música. Hoy quiero quedarme a solas con vosotros, en mitad del desierto clandestino, vosotros y yo. Para decíos que os necesito. Sin vuestras visitas no soy nadie. La aventura poética, o del arte en general, no admite vuelta de hoja, es un camino sin retorno para toda la vida, en el que hay que poner toda la pasión que se tenga a mano. Una de las mejores cosas que me han pasado este año, es haber conocido tanta gente maravillosa por aquí, y gente que ya conocía y que no deja de leerme. Así que lo único que se me ocurre para saldar mínimamente mi deuda con vosotros, es dedicaros a todos, estos versos que hablan de la belleza, que es una de “las tierras prometidas” que ansío…Se os quiere.
ODA (No políticamente correcta) A LA BELLEZA

Amo las palabras (pero las amo)
por que te significan,
te sustancian, te dan la mortalidad
de un par de segundos y
te conviertes en un pavo real cotidiano.
Mi militancia en la metáfora
no me salva
de la maraña delicada de tu piel,
no me exonera
de la más hermosa maldición que es ser poeta.
Hay una imagen que siempre se sacrifica
por la otra imagen, eso lo sabe todo el mundo.
El destello de un obús que traviesa
la noche negra
para morir a los pies de la metáfora que ha de reinar.
Así funciona tu política de hechos consumados.
Una mujer desnuda, dos niños de la mano,
los vasos entrechocándose por las noches, la risa,
mil y una noches con todo dicho,
apenas besos y caricias,
esos ademanes “jacobinos”
con los que gobierna por las noches la luna,
hacer el amor como si todo fuese acabar mañana,
una conversación que traza el camino a las estrellas,
la lluvia, el perdón, el deseo,
una playa, el ombligo de ellas (…)
Son tus soldaditos de plomo
que mueren por ti al término de el inventario,
incógnitas que ingobernables,
pasean felices por tu ecuación revolucionaria…

viernes, 19 de diciembre de 2008

DIEZ PASOS

Amanece. Hace frío en este día de noviembre. En el bosque estamos él y yo, y por supuesto, los testigos. Lo demás es soledad. Se oyen algunos pájaros en la lejanía, o algún lagarto acostumbrando sus ojos al sol inerme del nuevo día, pero nada importante que nos consiga distraer. Tengo su espalda pegada a la mía. Diez pasos, ni cortos ni desmesurados, diez pasos. Uno. Inspiro el aire parido de los campos. Dos. Aprieto los dientes por lo que pueda pasar. Tres. Maldigo mi temeridad. Cuatro. ¿Pero qué coño es el honor? Cinco. El relente abrasa mis pulmones. Seis. Necesito serenarme por encima de todo. Siete. Sudan mis manos. Ocho. Prefiero dispararle al tiempo que pasa volando por encima de nuestras cabezas, no me obliguéis. Nueve. Me encomiendo a la pistola que sostiene mi mano derecha. Diez (…)Suena un disparo. Se oyen algunos pájaros. Lo demás es soledad…

sábado, 13 de diciembre de 2008

LAS OLAS DEL MAR EN OSTIA

“Para Malena. Me inspiraste un verso o tal vez un universo entero”
Las olas del mar en Ostia
atrapan
los cangrejos del pasado.
Ni una sola ola
libre de ti,
de tu impostura tan mineral,
del sacrificio de tus nervios exhaustos de crear,
ni una sola ola
del color azul relámpago
de tu célula revolucionaria
siempre pendiente de refundar.
Nosotros buscamos
tus huellas sobre la arena.
Y no encontramos
a las madres del llanto entre la basura.
Ellos. Trataron de borrar los vestigios
de tu lucha, burócratas del olvido.
Que no quedase rastro de tu paso
bajo la estrellas (el tiempo
es un pisapapeles hambriento)
Por eso besamos dementes en la boca,
por eso, la Arcadia que tratamos de alcanzar
fuera de los siglos y los días.
(…)
Negaremos que nos conocemos. Nunca estuvimos aquí.
Salimos a la noche
cansados y felices de beber cerveza
en los bares que frecuentaba Pasolini.
Concluye la reunión: Levantemos acta.
Firmado en un día cualquiera
de un año cada vez mas cercano a la libertad…

(A Pier Paolo Pasolini)

lunes, 8 de diciembre de 2008

DORMIDA ( Al otro lado del mundo)

“ Para Raquel, que intuyendo el horror decidió soñar”

Dormía. Unos minutos antes, se puso su pijama de osos, se lavó los dientes con desdén y se hizo burla ante el espejo. Unos minutos después, dormía. Sus párpados telegrafiaban de una forma muy leve la arritmia congénita de Morfeo. Sus labios, su respiración pausada, su pelo detenido a los pies del semáforo roto del amanecer. No había duda, dormía como no lo había hecho nunca.

Mientras yo veía las noticias, o tú llamabas a tu familia a gritos para que corrieran a ver lo que todos estábamos viendo, o ellos, apretujados en el rincón oscuro de ese bar, se pasaban el miedo unos a otros al mirar fijamente el televisor, mientras todo eso pasaba, ella dormía.

Todos (en el maldito planeta) estábamos despiertos aquel día de septiembre. Atravesados por un alfiler, manoseados por un entomólogo venido de la oscuridad, dispuesto a etiquetar la genealogía siniestra de nuestro estupor. La Realidad es una sucia metáfora que desoye las órdenes de dios. Aquel día no fue una excepción. ¿Cuándo deja la realidad de llamarse “realidad”? ¿Todos despiertos? Todos menos ella. Ella soñaba con pájaros de fuego al otro lado del mundo.

¿Pero qué pasa mamá? ¿ Por qué me despiertas? ¿Algo va mal? Ven, tienes que ver esto...

Los pájaros de fuego salían de las sombras y traían incandescencias y destrucción...


(11 de septiembre de 2001. Después vendría más horror, guerras, y privación extrasensorial)

jueves, 4 de diciembre de 2008

TAL VEZ, UN AGUJERO


Hoy me he percatado de algo insólito. Estaba sentado en un banco entre una maraña inconexa de viajeros, me disponía a coger un tren. La mañana giraba confusa, en pleno desconcierto. Se confundían sus legañas con nubes partisanas, cargadas de odio y blancura, apuntando a la desprovista nuca del sol. La batalla se libraba allá arriba, aquí abajo la pólvora no nos concernía.

Quizás exagero al describir aquel cielo, por que apenas despegaba la atención de las páginas atronadoras y a la vez delicadas de Robert Walser. Pero dejémoslo así. El escritor suizo me hablaba desde su paseo perpetuo, ajeno a la nieve que se amontonaba a las puertas del sanatorio de cristal. Y yo embebido por esa manera de escribir “desde el otro lado”, sentía como mi mano descubría un agujero en el bolsillo derecho de mi pantalón. ¿Qué coño hacia aquel agujero negro retando con descaro la armonía estricta de mi bolsillo? Aquel descubrimiento quebró mi atención del libro y me puse a divagar. Tal vez, tuviese otro agujero similar en el bolsillo izquierdo, pero no, estaba inmaculado, incorruptible dentro de su oscuridad. Era extraño, muy extraño. El denominador común del bolsillo derecho de todos mis pantalones era un agujero, enorme, disímil, espantoso, con rostro de momia faraónica que se asoma a contemplar el amanecer por primera vez...Tal vez, ese vacío en mi bolsillo fuese una fórmula matemática traspapelada del infierno, o tal vez una metáfora que se le perdió a un poeta que escribe recluido (de rodillas) en la Antártida, o tal vez el último beso que me dieron y se amotinó en mi entrepierna, buscando asilo político para su desmesura. Tal vez. La vida es una concatenación de “tal vez”. Nos movemos como anguilas en las aguas de la incertidumbre buscando el azul eléctrico que nos aniquile.

Pensándolo bien, tal vez, mi agujero se debiera a la algazara que surge en un bulevar sucio y descarriado, gritos y besos que se beben el absenta de la noche. Tal vez. Recuerdo algo que leí en alguna parte “Las cosas no tienen significación, sino existencia”. Tal vez, este agujero esté puesto aquí simplemente por que sí, para que pueda escribir estas palabras misteriosas, todo puede ser. Dejémoslo así...