Para Lorena, por 250 segundos de eternidad.
Viene el viento
y nos lleva al vientre
de un susurro desparejo.
Viene la belleza
y aquí nadie está a salvo.
Aquella mañana
(la primera y la última) prohibí
las alas de vidrio
a toda forma de vida a nuestro alrededor.
Un paréntesis para inventariar tu sonrisa.
Dejad quieta aquella escena.
No toquéis aquella mesa. Ni aquel café.
Ni aquel pelo, su pelo, codiciando
húmedos mordiscos de luz solar.
No toquéis los pájaros cansados de la hierba acrílica
que crece debajo de mi corazón.
Dejar desnuda aquella piel
a la que van a romper
todas las olas proscritas del mar.
Quietud, hordas tempranas
cabalgan por la ausencia de movimiento.
El mundo es una fotografía.
Hay un verso de amor encubierto
en el parpadeo imperceptible
que provoca
el que todo comience andar.
Vino el viento
y nos llevó al monzón
de un otoño podrido.
Vino la belleza
y ya nada quedó en pié…