Otoño de 2008. He visto atravesar a Vázquez Montalbán la calle. Hoy es un día gris en Barcelona y los ojos de Manolo no se libran de la melancolía generalizada. Llevaba bolsas de comida. Salía de la Boquería como no podía ser de otra forma. Estoy casi seguro de que era él.
Hace ya unos cuantos años de lo de Bangkok. En ese absurdo aeropuerto se te paró el corazón. Justo cuando se nubló tu vista, los pájaros estaban llorando en los techos tristes de la terminal. La lluvia caía con un caos estricto, como la lluvia de hoy, que trae un puñado de recuerdos: La Comuna de París transmutada en la Vía Laietana, ex – jerarcas metidos en el negocio de la poesía, tu Carvalho y sus libros quemados...
Por un momento pensé en seguirte (tantas novelas policíacas). Hubiese sido un error. La escritura se alimenta de nuestra sangre enfática. No hay que buscarle otra explicación. Moriremos escribiendo, abrazados a una utopía vieja y desnuda. Si nos privan del ejercicio legítimo de soñar, habrán acabado demasiado pronto con nosotros ¿No te parece Manolo?
Hace ya unos cuantos años de lo de Bangkok. En ese absurdo aeropuerto se te paró el corazón. Justo cuando se nubló tu vista, los pájaros estaban llorando en los techos tristes de la terminal. La lluvia caía con un caos estricto, como la lluvia de hoy, que trae un puñado de recuerdos: La Comuna de París transmutada en la Vía Laietana, ex – jerarcas metidos en el negocio de la poesía, tu Carvalho y sus libros quemados...
Por un momento pensé en seguirte (tantas novelas policíacas). Hubiese sido un error. La escritura se alimenta de nuestra sangre enfática. No hay que buscarle otra explicación. Moriremos escribiendo, abrazados a una utopía vieja y desnuda. Si nos privan del ejercicio legítimo de soñar, habrán acabado demasiado pronto con nosotros ¿No te parece Manolo?