Fotografía de Marcelo Aurelio.
Allí dentro donde las minúsculas rutas de la seda, donde Samarcanda se desdibuja bajo la falda de una chica que escruta el sol doméstico del mercado, allí donde la fruta fresca, donde los lenguados traen el vaivén de las olas en sus córneas cansadas del viaje. Allí donde Pepe Carvalho juega a ser marxista mientras compra acelgas y vino. A fuera lo espera Vázquez Montalbán pelando palabras, guardándoselas en los bolsillos, secando el último poema al calor sosegado de Barcelona. Una vieja desdentada vende lotería toda vestida de negro, salida de un naufragio cotidiano. La muerte repta por los guarismos de un albarán, los saltamontes, los saldos, los gritos de los vendedores, la trasmigración secreta de las hormigas. Los carteristas entrelazan sus manos con novicias, y sus sexos se ahogan entre el bullicio y el desconsuelo de amarse ciegos sobre el instante.
Allí donde los ayatolás se mueren de pena entre las manzanas tornasoladas de Lleida. Allí donde las mujeres se ponen carmín y crema de manos para sincerarse con el carnicero. El hielo que se va muriendo, los periódicos ultrajados, el fragor sombrío del aceite, los incandescentes modales de la pimienta, la sandía roja desnuda. Afuera la gente camina por los Ramblas...