Yo dentro de un tren bala japonés.
Afuera tras el cristal
ella parada
sosteniendo una bicicleta negra
en un apeadero extraño
en las antípodas últimas de la piel.
A eso se le llama estar bien jodido.
Nos educaron para la velocidad ciega
del amor. Amado revisor. Dos puntos.
Y las nubes rebobinando la métrica del ayer…
Afuera tras el cristal
ella parada
sosteniendo una bicicleta negra
en un apeadero extraño
en las antípodas últimas de la piel.
A eso se le llama estar bien jodido.
Nos educaron para la velocidad ciega
del amor. Amado revisor. Dos puntos.
Y las nubes rebobinando la métrica del ayer…
13 comentarios:
Ahora apetece o provoca,...
...esmerarse en la intención de desenredar raíles,
...disfrazar con ganas guapas estas alturas.
(como siempre muy bonita entrada)
Siempre te leo, Roberto, si no te lo hago saber agradecida en un comentario,...es porque en esos momentos probablemente,...gastase uñas,...:).
Ten un buen día.
Besos.
"Nos educaron para la velocidad ciega del amor."
Nada que impida abrir los ojos desde luego.
Me ha encantado este y otros.
Un saludo.
Lo que vemos a través de las ventanillas de un tren, suele producir un desasosiego extraño, como si nos costara asimilar tantas imágenes y lo que de ellas absorbemos.
Punto. Punto. Punto.
Me gusta leerte.
Besos
rebobinar con un bolígrafo, como si así se pudiesen salvar las almas, como cuando éramos pequeños y fáciles
cuando uno está dentro y otro fuera...mal asunto...pero siempre te queda la opción de saltar del tren en marcha =)
"Nos educaron para la velocidad ciega
del amor."
Y yo sufro de vértigo.
:/
Un abrazo!
Tanto nos gritan que mastiquemos rápido, que no importa atragantarnos mientras todo sabor se pierde...
Feliz semana.
En nosotros está encontrar la dulce quietud del instante.
Te abrazo.
M.
Leerte entre tus metáforas es una delicia...
cariños.
alturas y vértigo
(ese tren ha visto un océano de luces, lo sé..)
un beso
Nos educan para cada tontería, y no nos preparan para lo verdaderamente importante en la vida, digo yo.
¡Siempre un deleite leerte! :D
El mensaje es un puro sentimiento hundido en la rapidez del relámpago.
Lo mágico del poema es que es una metáfora que se desmenuza en cientos. "Amado revisor. Dos puntos". Ahí reside la excelencia: la palabra es una llave que encaja en infinitas cerraduras, tantas como lectores. Esto tan extraño que pasa con tu discurso es a lo que llaman poesía, de la buena.
Un beso.
Laura
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