jueves, 8 de mayo de 2008

JUEVES


PARA AHUYENTAR EL MIEDO VERDE DE LOS ÁRBOLES

Sentado en los acantilados de la circunstancia
hago acopio de libros de poemas y cerveza,
por que “la travesía del desierto” de cualquier poeta
dura para toda la vida.
El sol jamás
se olvida de acariciar a los chacales
que le circundan. Pura camaradería.

Me preparo para todo y para nada.
Desde hace meses viajo con mis verdades muertas,
hiberno con los pulmones del revés,
me resguardo de la lluvia
del absurdo
bajo tejados de zinc transparentes.
Y en estas, escribo obviedades,
necedades, soledades,
quebrantos y una carta de despedida.
La amputación
premeditada de la belleza
castigada con penas de nostalgia de veinte años
y un día.

Estás metido en un buen lío, me digo
cuando la tormenta se me muere entre las manos.
Un negocio oscuro e interminable,
este de la poesía…

2 comentarios:

la cónica dijo...

ciertamente. te tacharán de triste, eso hacen con muchos poetas. y no encontrarás verdades inmutables. ¿pero no son hermosas esas otras, las efímeras? ¿no es hermoso saber que no se sabe? escribir a veces el desconcierto o la soledad, paradójicamente, acompaña a algún tipo de armonía. otra cerveza, que pago yo.

P.S. gracias por pasarte por los poemas de invierno, fuera de estación

Roberto dijo...

Gracias por la cerveza virtual...
tus poemas de invierno están escritos con una concisión verbal pero a la vez con una fuerza poética brutal. Yo soy incapaz de decir tanto con esa concisión, mi forma de escribir es caótica