miércoles, 22 de abril de 2009

Viaje

Cuando viajas esperas algo nuevo. Es como si alguien fuese a rebelarte el secreto, a ti, por tu cara bonita, por haber pagado un billete de tren en clase turista. Los paisajes por la ventana se suceden, se intercalan, se perpetran solos y otras veces los perpetramos nosotros mismos. El poste de la luz que se repite exponencialmente hasta el infinito, las vacas bebiendo su verde literario de todos los días, la mujer que lee en un banco un poquito más sola que ayer.
Tal vez el secreto sólo exista en nuestra cabeza. Nos pasamos media vida quejándonos de la realidad y la otra media reinterpretándola. Reinterpretar el desconcierto es un ejercicio peligroso de heroísmo, y hacernos los héroes nos apasiona. Sentirte el último vestigio de toda una raza en extinción. Llegar a donde crees que nadie ha llegado, y resulta que hay tumbas de Admunsen por todas partes…
El final del viaje está próximo. Y todo sigue igual. La chica hermosa del moño ininteligible sigue en la página dieciséis, el revisor se rasca detrás de su oreja, el documental de national geographic vuelve a terminar. Y tú con la sensación de vivir en un "deja vu" planetario, con cientos de palabras en la punta de la lengua, pero que las muy cabronas no quieren enfrentarse al vacío que precede al estruendo de no tener nada que decir. Quieres escribir, contar, pero tu cuaderno está vacío como al principio. Te preguntan como ha ido el viaje, si sigues viendo a esa chica del abrigo rojo, lo de tu intolerancia a la lactosa…y tú con la misma sensación de siempre. La verdad (o el secreto como queramos llamarlo) no se ha bajado en tu estación y sigue su viaje hasta fin de trayecto; allí donde las vacas no necesitan de la hierba, ni las mujeres de la soledad, y los postes de luz se hacen inservibles porque ya no hay nada que iluminar…

(Escribo en París y os traigo versos)

jueves, 16 de abril de 2009

Poema de una sola metáfora ( o tal vez haya sitio para diez mil)


(In the Mood for Love)


El amor
es un piojoso poeta
que ejerce la mendicidad
sobre la lumbre mágica
que ilumina tu entrepierna.

(Me corro despacio en un “ahora” desnudo. La luna aulla hambrienta)

Bajo los tejados de zinc de la infinita ciudad,
doscientas cincuenta mil noches
me llevó urdir otro adulterio
contra mis palabras
devoradas por los perros…

(Encerrémonos en una habitación a refundar la poesía occidental)

jueves, 9 de abril de 2009

A las tres de la madrugada

Fotograma de 2046. Wong Kar Wai.
Son las tres de la mañana. Acabó de ver 2046. Y vengo hasta aquí para contaros la verdad. Tengo la imperiosa necesidad de escribir una carta de amor. En el asiento de atrás de un taxi un beso puede significar todo. Una caricia, un orgasmo, unos tacones de mujer alejándose de tu vida…

Esa carta de amor. Tal vez la destinataria sea ella, o tal vez una androide que cuando se corre este programada para recitar a Baudelaire. Tal vez no haya nadie. O tal vez la única que me escuche sea la noche. Pero debo seguir, atravesar las dunas del silencio, y pernoctar en el camposanto donde los muertos son unos puntos suspensivos. Debo seguir sin mirar atrás. Debo tratar de decir lo que suele decir en las cartas de amor. Tengo que ser en unos renglones, lujurioso, y en otros acarrear con el peso muerto de la concupiscencia. Debo de preguntar sin una sola pregunta, debo de amar sin el artificio de la saliva carcomida, debo de embadurnarme de tallarines la angustia.

(…) El reloj y la lluvia. Libros por el suelo. Las palabras tienen fecha de caducidad.

Las luces de la ciudad se encienden. Se termina la cobardía de la noche para instaurar el régimen feroz del amanecer. Y mi carta de amor se empieza a escribir por el final: Siempre te querré. Firmado: Roberto. Lo demás, melancolía y otros asuntos que no vale la pena contar…

sábado, 4 de abril de 2009

Diálogos en el fin del mundo

-¿Es un cuento chino eso de que me vas a querer para siempre?

-Dejará de ser verdad cuando dejes de creértelo. Cuando eso pase, en tu
cuarto donde reina la luz artificial, apestará a cuento de hadas fracasado.
....................
- Cuándo hablo en sueños ¿Me robas los nombres que no digo?

-No.

-Te lo pregunto otra vez. ¿Me perdonas la risa cuando pronuncio el tuyo?

-Siempre. Te cojo de la mano y le canto nanas a tu sexo.

....................
-¿Me quieres?

- A veces pienso que quizás demasiado.

-Nunca es suficiente con amar. Hay que entregarse en vuelto en llamas a la noche que nos reclama...