sábado, 28 de junio de 2008

ME DUELEN LOS CALCETINES


(Me duelen los calcetines
Pero a ti te es indiferente
el dolor acrílico
de mi imaginación…)


San Francisco

Holocausto de libros. Librerias
de viejo
bajo el mar. Paseo marítimo. Boxeadores
de tercera con acento húngaro.Y yo juraría que aquel tipo
de la gabardina es Kerouac.
El ácido lisérgico
cruza la falla geológica
para venir
a posarse en tus mejillas.
Bailarinas de cabaret
que le escriben a Kierkegaard
cartas de amor obscenas.
Y esta ciudad
que se nos muere,
enferma de postmodernidad.
1, 2, 3, 4
Otra descarga…
1,2,3,4
La estamos perdiendo…!
Voy a meter
todos los pájaros de San Francisco
en el interior de un haiku tramposo
de 25000 mil sílabas…
Después me iré a descansar a la orilla del mar.
El último día
quedará una cosa por hacer:
apagar el sismógrafo que te habita
y amarte bajo la fría circunstancia
de un semáforo
que odia el technicolor…



(Los próximos versos que te regale
le pintarán un estúpido arco iris
a la penumbra de tu falda…)

miércoles, 25 de junio de 2008

EL ÚLTIMO POEMA

Pedro Gómez Bosque, In Memoriam
“Gracias por acariciar mis poemas con la benevolencia de tu mirada…”


¿Nunca habéis tenido la sensación de haber conocido a alguien demasiado tarde? Eso me pasó con él. El tiempo se entromete y hace su trabajo con una diligencia que da náuseas.
Él me enseñó que la muerte no se encariña de un tono de voz o del temblor de unas manos al sostener el periódico de la mañana. La muerte es eso, desapego uniformado de luto, caricia estancada, un ejercicio de álgebra en mal estado, una décima de segundo donde todos somos culpables e inocentes a la vez.

Aquellas tardes (la lluvia impertinente rasgando el cristal) él hablaba de muertos, cálidos, inocentes, que deshojaban la ubicuidad. Unos muertos de rostros serenos que se asomaban a una fotografía a escucharnos respirar.

Aquellas tardes (la nieve y la metralla clavadas al origen) correteaba por su salón un buda en pañales, rollizo y rosado. A nuestra lenta conversación se iban superponiendo las palabras, cada una tenía su razón de ser, y cada una admitía su destino. Al final el esqueleto del diálogo vacilaba unos segundos en el precipicio, y con estrépito se derrumbaba en una belleza perfecta. Y otra vez a empezar. Perdidos unos minutos más en la orilla vagabunda de las palabras.

Aquellas tardes (cielos limpios de coágulos crepusculares) me habló de Heidegger, al que conoció en Alemania, de las manías literarias de Tagore, o de cómo segrega metáforas el hipotálamo. Yo le miraba fijamente, y me preguntaba a mí mismo cómo demonios después de aquellas maravillas le iba pedir que me firmase la burocracia de cada día. Le traía papeles con membretes oficiales y él me regalaba jirones desperdigados de sabiduría. Se ponía sus viejas gafas y firmaba con una sonrisa en sus labios. Después me miraba y me decía: ¿Y qué hay de mis versos, poeta? Y yo comenzaba a leer…
Me quedó por leerle el último poema. El tiempo tiene estas cosas. Él ya no está, así que esos versos se consumirán en el fuego del silencio. Sólo puedo deciros que en ese poema había sitio para tormentas que sucumben al arco iris, para concesiones a la esperanza, y sobre todo, había sitio para un hombre bueno, que ahora es él, el que nos mira desde el otro lado de una fotografía y nos escucha soñar…

lunes, 23 de junio de 2008

MATADERO CINCO

DIEZ RAZONES PARA LEER “MATADERO CINCO” DE KURT VONNEGUT:

1) Porque un don nadie que busca la belleza puede convertirse en un dios todopoderoso (un segundo tal vez, pero el tiempo es lo de menos)

2) Porque los verdaderos héroes duermen abrazados a un oso de trapo.

3) Porque descubrirás que si conjugas el verbo “desertar” recuperarás eso que nunca debieron quitarte, tu individualidad.

4) Porque el peor poeta del mundo tiene toneladas de palabras por decir.

5) Porque no estamos solos en el universo.

6) Porque te arrancará carcajadas en los capítulos pares y llorarás en los impares.

7) Porque no me gusta la guerra y a este libro tampoco.

8) Porque debajo de la cama de un sanatorio mental caben millones de libros.

9) Porque desde que leí este libro cuando miro al cielo por la noche, ya sólo puedo ver ”un enorme plato de spaghetti luminoso”.

10) Porque hay un jardín lleno de jirafas al otro lado del tiempo...



miércoles, 18 de junio de 2008

TRENES

Viajo en tercera,
en un vagón propio
de películas de ciencia ficción.
La lluvia asedia los cristales.
Leo a Antonin Artaud
mientras
la chica del asiento de al lado,
hace retratos robot
de un desconocido
que pinta versos bajo su falda.
Si a la velocidad
que vamos,
chocásemos
con otro tren en sentido contrario,
los sufridos pasajeros
nos convertiríamos
en meros copos de nieve
hechos de muerte y suciedad.
Hasta donde sé,
las probabilidades son muy remotas.
Prácticamente las mismas
de alcanzar otra vez
la tierra prometida de tus pezones,
empujado por la fuerza motriz
y la insana lujuria
de un ejército furioso de olas...
(Novecientos millones para ser exactos)

sábado, 14 de junio de 2008

LAS GEMELAS SILENCIOSAS

¿Queréis un guión “hollywoodiense” (sin royalties que pagar) para una película? ¿Quién coño pronunció la tópica frase de “la realidad supera la ficción”? Porque el tipo en cuestión, quizás no le concediesen el premio Nobel, pero sabía de lo que hablaba. Os traigo desasosiego, una sobredosis rotunda de realidad. Una historia que incomoda, y te hace cambiar de postura cuando sueñas tirado en el sofá. Os regalo un cuento de hadas que acaba en crimen.

Gales, 1963. Las gemelas June y Jennifer Gibbons asoman su cabeza a la vida y el panorama desde muy niñas les resulta aterrador. Desde siempre demostraron sufrir serios problemas de comunicación. Padecían una especie de “mudez electiva” que consistía en suspender toda comunicación con todos aquellos que no pertenecían a un determinado círculo. En el caso de nuestras gemelas, el círculo se reducía a June y Jennifer, sin más, ellas dos envueltas en una burbuja de silencio que los años tornarían en acero. No se comunicaban con nadie, pero entre ellas fueron conformando todo un lenguaje de palabras ininteligibles para el resto, gestos y miradas que las permitían comunicarse de una manera estrecha. Pasaban días y días hablando ese “esperanto postmoderno” que sólo ellas conocían. Los padres, aconsejados por sus profesores, las separaron para tratar de romper ese “código morse” que las sumía en un mutismo absoluto, y las impedía interaccionar con los demás. Las llevaron a diferentes colegios, pero la experiencia resultó terrible: las niñas caían presas de ataques nerviosos y perdían el conocimiento con asiduidad. A los pocos años descubrieron la escritura, que les sirvió de campo de experimentación para trasladar su incomunicación al papel. Escribían con fervor sus sueños silenciosos, sus miedos silenciosos, sus vértigos silenciosos. Estaban comenzando la tarea de cartografiar el silencio, ponerle límites, cifrar sus coordenadas. Escribieron cuentos, obras de teatro y una serie de poemas que llevaban por título “September poems”. En su adolescencia cometieron algunos delitos, por lo que fueron recluidas en un centro psiquiátrico. Permanecieron encerradas catorce años. Un día después de abandonar la institución mental, Jennifer murió. La causa de la muerte nunca ha sido aclarada, pero muchos creen que las gemelas tenían un acuerdo por el que una tenía que morir, y así liberar a la otra del silencio y entablar una nueva comunicación con el mundo. Jennifer quizás aceptó el sacrificio. June en la actualidad vive con su familia en Gales, y sus dotes comunicativas han mejorado. Tal vez algún día nos fascine con nuevos poemas escritos desde el otro lado del silencio.

Prometo no volver a daros la lata (por lo menos durante un tiempo) con los Manic Street Preachers. Su canción “Tsunami” está dedicada a “las gemelas silenciosas”. Cuenta su historia de una manera muy hermosa. Pura conjunción de sonidos, estridencias, melodías orientales y poesía que generan la ola gigante que nos devorará a todos. Nadie sobrevivirá al silencio que sigue a la tempestad...

miércoles, 11 de junio de 2008

ADULTERIO

“Para Cónica, por enseñarme a ser promiscuo con las palabras…”

Tengo que confesarlo. Es un secreto que no me deja vivir. Hace unas semanas fui infiel. Si. Me dejé embaucar por los modales salvajes del adulterio. Empecé un libro de Guillermo Cabrera Infante y cuando iba por la página 66, me arrojé lascivo y furioso en los brazos de “El Pasado”, una novela de Alan Pauls. Los remordimientos duraron hasta el primer capítulo, luego fui feliz contemplando como la historia de amor que crecía a cada página era a veces un cuento de hadas malicioso, y otras una película de terror de serie B, pero en ambos casos, siempre una espiral de deseo, belleza y lujuria, solo comparables al adulterio que todos imaginamos y sólo unos pocos se atreven a cometer.
Lo reconozco. Lo grito alto y claro. He sido infiel. Y hoy lo sigo siendo. Soy un traficante de libros, un mercenario de letra impresa, sin patrias literarias abrasadas por un sol cansado. Simplemente soy eso, un pobre poeta que ansia la promiscuidad de saborear una musa cada noche…

martes, 10 de junio de 2008

MÚSICA CALLEJERA

Estaba sólo y triste. Agarrado a su vieja guitarra sin importarle el ímpetu de la lluvia que caía en la ciudad. Hablamos cuatro palabras. Él no tenía el día para fantasías. Sólo quería seguir tocando media hora más, y ganar unas cuantas monedas. Intercambiamos poemas. Él me dió un poema vitalista, mecanografíado con una vieja máquina de escribir que jamás llegó a consumar palabras en el siglo XXI. Eran versos que daban ganas de raptarlos, y echar a correr por la vida y no parar hasta el colapso nervioso de un nuevo amor. Yo le di un poema de Walt Whitman. Verde, sinuosamente dorado, parido entre matorrales sucios del paraíso, con babas de relente en la comisura de unos labios primitivos. Otra apuesta por la vida contra la fría corrupción del Dios de los silencios. Silencio. Eso es lo peor que le puede pasar a un músico callejero: Silencio creado a imagen y semejanza de la indiferencia de la gente al pasar. Y nada contra el silencio como cuatro palabras amontonadas en un poema, o un acorde desangrándose feliz en la estrechez de la melodía…

Postdata poética
[El municipal que controlaba el tráfico bajo la lluvia, se olvidó del impuesto de matriculación y se perdió embrujado en los ojos de una Claudia Cardinale (imaginada), al ritmo de la música que fluía inmediata, y que violaba jóvenes lejanías…]

jueves, 5 de junio de 2008

SEIS SEGUNDOS

He soñado con un poema
que ya no recuerdo.
De lo único que estoy seguro
es que Kafka estaba allí.
Me miraba
desde el otro lado de los versos
con sus anteojos
que recalculan la fórmula sangrienta de la poesía.
El camino es largo.
Atravesando las barricadas
sueño
con ser un acróbata de la palabra...


En el rato que has leido este poema, según las estadísticas (espantosas), en estos seis o siete segundos, muere un niño de hambre en esta sinrazón llamada "planeta azul".
Propongo no dejar ni un solo segundo para el silencio, hay que llenar de poemas y de rebeldía todos y cada uno de los espacios en blanco que alimentan el olvido.¿Sólo nos queda esperar que alguien escuche nuestros aullidos...?

martes, 3 de junio de 2008

ALTERCADOs POÉTICOs DEL SUBCONSCIENTE

Hace tiempo mis sueños eran de una creatividad brutal (necesito volver a soñar con esa intensidad). A todos esos sueños, que nada más despertar llevaba con sumo cuidado a mi libreta, les puse la etiqueta de "Altercados poéticos del subconsciente".
Hay va uno, a quemarropa, con legañas y a regañadientes. Entre las sábanas os doy los "buenos días..."

Hay detectives con zapatos de domingo
por los campos de barro
que abarrotan mis sueños.
Buscan al asesino
que suministró
pentotal cristalizado
en las arterias enamoradas
de Marilyn Monroe....