Y si nos quitan los libros? A donde coño irá a parar esa manera implícita de conspirar con tu librero? Resérvame “una temporada en el infierno” de esa edición de Buenos Aires, o tráeme ese raro de Gombrowicz, no tardes mucho, no creo que aguante una semana más. Una dosis de belleza sectaria que se come tu propia sombra.
Un sábado por la mañana sales de casa con la firme intención de aprovisionarte de libros para el invierno que se te viene encima. Primero ellos, ya habrá tiempo para unas cervezas. Unas veces, los compras feos, ajados, manchados, algunos albergan cartas de amor o notas de suicidio, otras veces nuevos, pulcros, con olor al pegamento que inhalas en tus insomnios, ásperos o tersos como una mañana roja de legañas y amor…
Y si nos los quitan? Y si ya no más desperezos entre ellos y el hueco dejado por las lágrimas? Y si arden las librerías en tus sueños? Y si ya no hay más amaneceres en los que con tu mano derecha sostienes precario la metafísica de la palabra y con la izquierda acaricias el sexo fascinante de una mujer?