Cuando los peces de colores ya se fueron
Cuando los perros de las aduanas con restos de cocaína en las patas,
abandonaron
cuando los terodáctilos volaron por encima de las nubes
cuando el tipo que gemía solitario en la península del Indostán se esfumó
y el panadero de debajo de casa
echó el cierre…
cuando el vigilante dejó rodando la linterna encendida para siempre
y ella puso todas sus cartas de amor en el buzón
cuando las calles quedaron desmanteladas
oxigenadas, vacías, insignificantes, incluso se veía a través de ellas puestas al trasluz
entonces,
entonces yo me quedé solo…
el último día en la tierra. el alarido cósmico que me comía los pies, me embadurnaba las uñas de salitre, de un insípido monzón (a diez mil kilómetros del mar) . Yo no me quería ir aunque todos se hubiesen marchado. Allí
tan callado en la fría suciedad del precipicio.
Yo pistola de agua yo señuelo desenmascarado yo piedra engendrada en la oscuridad
yo pivote
de un equipo de balonmano enterrado en su totalidad en los vestuarios del equipo rival. “es él último día” me decía a mismo. Aprovecha y ve a aprender
la entomología de los árboles desvalijados
porque el tiempo quedará abolido como una vieja constitución de una república ex socialista
no se necesitarán credenciales ni alfabetos
el tiempo es un perro labrador con fiebre
inservible pero voluntarioso que jamás morderá la mano del hacedor
hazlo. corretea por el mundo y contempla el cielo vacío de pájaros
es primavera en este verano helado de hojas vomitadas por el suelo
es ahora mismo y nunca
el reloj gira y gira
la última obra de arte estalla entre la coníferas
del bosque infinitesimal. las cinco de la tarde. O tal vez la medianoche.
y te ves de pequeño (apenas cuatro años)
desandando los pasos que conducen al cadalso cotidiano….