lunes, 30 de marzo de 2009

Violencia (los estímulos de la infamia)

Puerta hacia el río.1960. Willem de Kooning
De su sistema nervioso central sale un rugido, un mensajero ya exhausto antes de partir. Su misión llegar a la mano derecha. Parece sencillo. Alcanzar la mano, y transformar su asepsia en puño. La pulsión y el heraldo cabalgan juntos. Los nudillos se entrechocan, los tendones aprietan la mandíbula de aire que los sostiene. Falta el oxígeno. El aire viciado de la atmósfera. Inminencia. Las células se apelotonan, chillan mirando al vacío. La fuerza centrífuga. A asesta un puñetazo a B.

Los glóbulos rojos de B se precipitan hacia la salida de emergencia. Esto no es un simulacro. No hay protocolos que cumplir. Sálvese quién pueda. Por la nariz se tarda menos. Los que van hacia a la boca buscan la complicidad resbaladiza de la lengua. Sea por donde sea. La sangre brota, sale de su habitáculo. La luz del día se encarga de taquigrafiar el retroceso (desesperado) de dos cuerpos que colisionan.

C en el otro extremo contrae sus párpados. Se tapian las ventanas de su conciencia. Sus ojos prescriben un exceso de violencia y se automutilan la capacidad de mirar. C hace una mueca, alguien manipula su hipotálamo para que sus manos se cubran la cara. La boca se abre. Sus incisivos y premolares suben y bajan. El émbolo de carne y saliva se calienta. De las entrañas sube su criatura. Hecho de viento y enzimas: Un alarido llamado horror...

miércoles, 25 de marzo de 2009

Dedo (el dios incomprendido)

Perdonarme la insistencia. Prometo recompensaros. Pero es que no puedo dejar de perderme, una y otra vez, en sus cuadros...

Amededo Modigliani. Dedo o simplemente Modi
como ella decía,
me arrancaste lágrimas y más lágrimas
con la última mirada de Jeanne.
Ahondaste con tus pinceles
en su alma,
removiste los colores a tu antojo
y a mi me arrancaste lágrimas
y más lágrimas.
Un querer y no poder.
Tuve la belleza
a tiro, al alcance de mi mano.
En aquel estudio de Paris,
en aquella habitación
latían diez mil corazones
en tu dedo,
en tu dedo mesiánico de alcohol
y destrucción,
la génesis de un entornar de ojos
cambió el mundo. Un trazo más arriba,
otro perpendicular,
otro con resuello y temblor,
otro trazo seco perdido en el estruendo.
Nos miran esos ojos
desde un lugar
que nos es ajeno,
desde una ventana abierta
en la que cae la nieve desnuda,
esa con la que tú
solamente podías hablar…

jueves, 19 de marzo de 2009

La República de tus sábanas

Bajo el edredón
vuelvo a creer en las hadas/
bajo el edredón amanece más despacio/
bajo el edredón todas las leyes de amnistía
tienen su razón de ser/
bajo el edredón

pájaros violentos
resisten los zarpazos endémicos
del deseo/
bajo el edredón la aurora
apunta a su sien:
busca
propiciarnos
una eterna oscuridad que nos inunde…/


sábado, 14 de marzo de 2009

Volar siempre es hermoso...

Decir adiós es morirse lentamente, pero en otra parte nace una nueva criatura, eso sí, muy lejos de tu podrida costumbre por la ilusión.
Esto lo escribí hace tiempo, sin echar de menos a nadie. Puede parecer hermoso, e incluso si me apuras hasta literario. Pero aquí estoy yo, como un gilipollas, parado en medio de la calle con mi maleta roja.
Ella tras los cristales. Hace cinco minutos nos besábamos como si todo fuese a acabar en otros cinco minutos. Nos prometimos permanecer desnudos y locos en el regazo intemporal de la quimera. Nos prometimos el beso visceral que desafía al vampiro de la vida. Un desayuno de nata y fresas para el día en que estalle la guerra. Y ahora el adiós…
Ahora no valen artificios literarios, ni las perífrasis que os guardábais en el pupitre de la escuela, ni todos los narradores omniscientes del mundo. Ahora estáis ahí, separados por el vidrio transparente de la soledad. Aprendiendo a desposeeros. Aprendiendo a saltar del nido a ciegas, con la palabra “vacío” tatuada en vuestras alas…

lunes, 9 de marzo de 2009

La chica de la canción

Úrsula es la chica de la canción.
Úrsula es la chica que baja a comprar cigarrillos a medianoche.
La chica que se pasa la noche en vela
leyendo poesía o novelas de ciencia ficción.
Cada cien páginas enciende un cigarrillo,
fuma, se le para el mundo en una pausa, vuelve a fumar,
y unas pocas volutas tristes en el aire.
Se hace un café cargado y vuelve a la lectura.
Se pierde durante otras cien páginas. Otro cigarrillo.
Desnuda. Tumbada en su sofá.
Úrsula se acaricia con los rescoldos furtivos
de su lujuria cansada. Úrsula y las horas negras del reloj.
Úrsula y los desvelos pintados de azul.
Úrsula y las noches en las que no pasa
nada y ocurre todo.
Úrsula es la chica de la canción
que se va quedando dormida ahora que llega el día.
El amanecer ajusticia a sus escritores muertos.
La revolución de sus pestañas cerradas
está a punto de suceder…

miércoles, 4 de marzo de 2009

Sin aliento

Desde que ella le dejó, él sólo ve películas de Godard. En realidad sólo una. Al final de la escapada (A Bout de soufflé). Rebobina secuencias, dribla el recuerdo de su pelo mojado como puede, sobrevive a cada fotograma encendiendo cigarrillos sin parar, conduce suicida y despeinado por la campiña que atraviesa su imaginación, mientras susurra diálogos para sí (sino te gusta el mar, sino te gustan las absurdas montañas…). Y siempre acaba llegando a la misma escena. El personaje de Jean Seberg pasea bajo un día luminoso vendiendo periódicos: New York Herald Tribune, New York Herald Tribune… con ese acento americano imposible de olvidar.

Ella pasea por un París que ha dejado de existir, sólo existe en sus sueños, un París de entreguerras, situacionista y blasfemo, un París de vanguardia y tafetán donde los Cafés abren hasta el amanecer. En esa escena, el tiempo se ha detenido para él. No puede apretar el “play” y seguir viviendo. Él congela la imagen con ese vídeo japonés hasta la eternidad. No puede volver a respirar el aire viciado del otro lado de la cámara. New York Herald Tribune, New York Herald Tribune..resuena en su cabeza. Era una mañana preciosa la de esa escena, se parecía misteriosamente a su última mañana con ella.

Al final de la muerte, soledad a dieciocho fotogramas por segundo en los Campos Elíseos. Los coches se detienen a un lado. El tranvía y la nieve. Ya no queda nadie en las calles. New York Herald Tribune, New York Herald Tribune…” La Tierra y el sexo está en nosotros. A fuera solo hay estrellas” que diría Godard.