sábado, 31 de enero de 2009

Telegrama ALuCINaDO ( o de como amar al prójimo en un edificio de correos)

Escribiremos como si nos fuese la vida en ello. STOP.
Limpiaremos nuestras entrañas
de historia, apilaremos las “cuaderna vías” y los “haikus”
en el vertedero azul que devora los días
y marcharemos solitarios sin mirar atrás. STOP.
Dicen por ahí
que la libertad viste un traje de “raya diplomática”
y se esconde
en alguna parte de un verso. STOP.
La madre de la poesía
nos acogerá a todos en su seno. STOP.

(La madre de la poesía
financia la nostalgia de los lobos,
su ataraxia contemplativa. Aullidos a cambio
de misticismo, de flores medievales
que crecen salvajes en el Averno.
La madre de la poesía
enseña los dientes
a los corderos. Los enseña
a masticar carne, a hacer el amor
sobre el fuego de una revuelta)

La madre de la poesía
conoce el lenguaje de las calles
y ha puesto en circulación
la mejor sustancia:
El Amor (sin adulterar, sin intermediarios
callejeros).STOP.
Nos lee
conmovida
a la luz de los relámpagos. STOP.
Así que lo último que escribiremos
tendrá un sabor
a nosotros mismos.
Nuestras letras llevarán pegadas nuestras uñas,
nuestra piel, nuestra técnica para sorber la sopa,
nuestra hermosa manera de seguir viviendo
dentro de un millón de años…

y sobre todo
terminaremos los telegramas
ajusticiando
bajo las estrellas
a la estúpida palabra “STOP”…

lunes, 26 de enero de 2009

De como hacer saltar por los aires un (falso) poema...

Hay un viejo que habita el lado salvaje de la luna. Desde allí me observa. Enciende un cigarro tras otro. La tristeza del humo, las volutas primigenias describiendo premisas concéntricas. Soledad, atmósfera cero.Es un ahogado que mira a las estrellas en el centro exacto de una piscina infinita. Un jubilado que se gasta su paga en carreras de caballos que sólo existen en su imaginación, y guarda como un usurero unas migajas para sexo telefónico.

Ese viejo es lo más parecido al dios que se enseña en las escuelas. Ese dios que memorizas como una tabla de multiplicar. Ese dios al que le queda bien cualquier nombre de pila. Ese dios que sabes con certeza que dejará el truco final, la resurrección, para el tercer día. Y eso puede ser una mala jugada, porque quizás tu ya no estés ese día, o andes metido en aventuras peligrosas, o vomitando en un aparcamiento solitario mientras el baile de graduación termina como ha empezado, sin ti.

Hay un viejo que en las noches de luna me avisa que tal vez no haya una segunda oportunidad. Yo por si acaso te voy amando despacio (y aquí es donde entras tú, para romper la casi nula secuencia poética de este artefacto llamado poema). Pero también te voy amando frenético, encendido, resolviendo con eficacia los crucigramas que alberga tu piel, sin quitarle ojo a la luna y al viejo eremita que alterna en la cuerda de tender calcetines rotos con desesperación…

miércoles, 21 de enero de 2009

Anoche soñé con Lorca


"Anoche se me apareció Federico en sueños. Sus versos transmutaron la sombra de la muerte
en campos de amapolas infinitos"


¿Qué se le perdería a Lorca en Nueva York?
¿Qué geometría de cuchillos se le desprendió del alma?
¿Qué fusilamiento presintió al pasear por estas calles?
¿El suyo? O tal vez ¿ El de “el niño que quería cortarse
el corazón en alta mar”?
¿Qué ternura te hizo abrazar en tu regazo
al cobrador del frac que se sentía triste?
¿Qué Granada se te aparecía en sueños,
embozada y con la mirada anglosajona?
¿Qué antiguo determinismo te impulsó
Federico a cantar sobre las barbas voraces de Whitman?
No hay respuesta.
“Silencio administrativo”
reza el cartel que cuelga de la angustia de los cielos...

jueves, 15 de enero de 2009

EL ÚLTIMO TRABAJO

"Billy Boys". Jack Vettriano
A mediados de julio de 2003, Roberto Bolaño observa el mar desde la habitación de un hospital. El azul que arropa a los muertos, muy pronto susurrará a Roberto, con lentitud de gangster y a quemarropa, el secreto (si es que acaso hubiese algo que contar). Las páginas de sus libros aclimatan su futura morada, esa buhardilla repleta de palabras y gatos, donde escuchará el pavor de las olas barriendo el vacío, indemne al vértigo de los días.

Apenas tiene fuerzas para levantarse de la cama, pero sabe que aún queda algo por hacer, un último trabajo y después abandona, es lo justo para todos. Le estoy esperando en el aparcamiento del Hospital, en un viejo Chevrolet negro que ha profanado las curvas de todas las sucias carreteras del desierto de Sonora. Visto traje negro y corbata, la gabardina sueña con huracanes en el asiento de atrás. Me impaciento durante un instante, pero luego me calmo, pensando en la perseverancia mecánica de Roberto. Derechos hacia el desastre, felices y hermosos, listos para jugar a ser ángeles caídos de pistolas clandestinas en este paraíso de limo y estrellas.

Recuerdo las palabras de Roberto aquella noche en el café “La Habana” de la calle Bucarelli, “Si tuviera que asaltar el banco más protegido de América, en mi banda sólo habría poetas. El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso”. Estupefactos bebimos en silencio nuestras cervezas y todos en ese preciso instante, deseamos morir escribiendo poesía en una sórdida celda del arco iris. No nos esperan cámaras acorazadas, ni divisas, ni letras de cambio. Nuestro botín serán páginas y más páginas, letra impresa, autores que se desenvuelven en el olvido, escritores marginales que se fuman el aire de su suicidio, musas que se enamoran de la tristeza de un “tragafuegos”. Poesía que dimana de la vida, miles de versos libres de estúpidas ataduras para siempre, tertulias en la trastienda de la eternidad, y nosotros iluminados, en medio de las ráfagas de ametralladora que violan la noche, reinventando la literatura...

Mis pensamientos se esfumaron, la realidad se hizo un poco más presente. Alguien golpeaba con impaciencia la ventanilla del Chevrolet. Era Roberto, subiéndose el cuello de su gabardina de niebla. Mi gran amigo, Ulises Lima, creí que ibas a echarte atrás, me dijo sin mirarme a los ojos. El motor rugió rumbo a la noche que se ponía de tiros largos. Íbamos a una fiesta a la que no habíamos sido invitados, con melancolía, rabia y una vieja quemazón acariciándonos las entrañas...
(Para todos los que aman (y amaron) la palabra por encima de todo. No sé que coño hubiese hecho sin tus libros, Roberto Bolaño)

domingo, 11 de enero de 2009

TEORÍA (y un puñado de dudas)


“De una conversación entre dos (casi) desconocidos.
Afuera nevaba sin parar, dentro del bar quedaban unas cuantas cervezas por beber”.
No nos pondremos de acuerdo
sobre las olas inconstantes que trajeron el amor.
Tú piensas
una cosa,
yo otra muy distinta.
Tal vez sea mejor así. Sin nexos,
ni yuxtaposiciones
entre nuestros cuerpos solitarios
que engendran
azucenas y entusiasmo.
Una carta de amor enterrada bajo la nieve.
Frío, misterio y heridas cerradas del revés.
¿La burocracia llegó a la raíz del beso?
¿Acabó la fiesta donde se apedrean ángeles sangrientos?
¿Extranjeros de nuestra (propia) imaginación?
¿Terminó la adolescencia rabiosa de nuestros versos?
¿Se acabó la hermosa grandilocuencia
del conejo saliendo de la chistera?
Por el brillo vertiginoso
que se escapa de tus ojos,
yo me inclino a pensar
que NO…

martes, 6 de enero de 2009

ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA

A Sergio Leone le debemos esta maravillosa película (una de mis favoritas). La música es de Ennio Morricone, y ha sido la banda sonora de muchos momentos de mi vida. Con esta música he llorado desesperado de espaldas al cielo, acurrucado en un rincón renegando de todos los dioses. Me han abrazado como si todo fuese acabar en un par de minutos, he soñado en una llanura verde de Escocia, o he copiado en mi cuadernos los trémulos dictados de la musa en Roma. Con esta melodía me he enamorado, he puesto mi oído en el ombligo de una mujer hermosa, para escuchar “in situ” como la belleza se alimenta de más belleza.
El amanecer me ha abordado con pájaros y libertad. He besado bajo la lluvia, he caminado descalzo sobre la hierba, he mentido, he gritado de felicidad, he pronunciado tu nombre en vano, he escupido y maldecido la servidumbre del tiempo, he proferido caricias y susurros con la premeditación de un poeta minúsculo, he amado con las entrañas en la cuenca de mis manos, he pernoctado bajo sus faldas. He caminado sobre las aguas, he padecido, he fingido, he reído, he creado, HE VIVIDO…

jueves, 1 de enero de 2009

APUNTES

De mis experiencias con la meditación: Unas veces, infructuosas. Otras veces, llegué a tocar los cielos minúsculos de mi cuarto.

Anoche perfilé tus límites.
Anoche me subsumí al placer de tener y no tenerte.
Anoche busqué la luz
en el nido de arañas.
Anoche hubo ladridos y caricias
en la sombra suicida del relámpago...
…………

En el fin del mundo,
donde las olas
incuban el error del tiempo,
me traje amor para sobrellevar la oscuridad.
Es inmensa la negritud
que me circunda. Pájaros y luciérnagas
salen de la grieta del poema y me acompañan.
La compasión y el primer día
de una eternidad esquematizada.
…………

Entré por el desfiladero sin luna
que lleva a la península invertida,
y salí desnudo al destello que todo lo sabe.
Una pagoda,
agua extraviada,
un rinoceronte que amamanta a las hormigas,
y un plan de fuga: Escapar,
sin mirar atrás,
al interior de uno mismo.
…………

La vida son migajas de muerte robadas a la nada.
Comprendes. Todo encaja.
El engranaje no necesita de piezas.
La palabra “clarividencia” se vuelve esdrújula
con la violencia sistematizada
de no pensar. Firme, inconmovible
al estertor último de las estrellas.
La turbulencia ha pasado demasiado cerca…
……….